Portal-SEO COMO UN NIÑO: diciembre 2008

domingo, 28 de diciembre de 2008

ANDA DELANTE DE MI

Dios es realmente misericordioso hacia cada uno de nosotros al darnos de su protección y cuidado sin merecerlo. Al igual que un padre quiere lo mejor para sus hijos, Dios no sólo desea lo mejor sino que provee de lo mejor para nosotros siempre.

Dios siempre ha sido fiel en cumplir sus promesas, y como padre de familia yo me pregunto si nosotros tambien somos fieles en cumplir alguna promesa que le hacemos a nuestros hijos. Cuando le hago una promesa a mi hijo, normalmente va acompañada de un requisito o una condición; normalmente somos así los padres ¿no es vedad?

Un día mi hijo me pedía que le comprara un transformer de juguete y yo le hice la promesa que se lo compraría pero con la condición que comiera todo lo que su mamá le daba y que fuera obediente. En esos días mi hijo no quería comer muy bien, así que se me hizo buena idea motivarlo con una promesa para que lo hiciera y así fué que logré que en esa semana comiera bien y fuera obediente recordandole cuando era necesario, la promesa que le había hecho.

Cuando meditaba en la palabra de Dios en el libro de Génesis 17, leía de aquel pacto que hace Jehová con Abram cuando él era ya de 99 años, en el cual le recuerda a Abram que Dios es el Todopoderoso y le hace una promesa dentro del pacto donde Dios se compromete a cuidarlo, protegerlo y a multiplicarlo grandemente en cuanto a su descendencia, bienes materiales y mucha bendición.

Esa promesa de Dios a Abram fué dada con un requisito o condición que el ya viejo Abram tenía que cumplir, y la encontramos en el versículo 1 de Génesis 17. La condición es: ANDA DELANTE DE MI Y SE PERFECTO. Aparentemente es una condición muy dificil de cumplir, sin embargo yo veo algo más en esa promesa que una condición dificil.

Cuando llevamos a mi hijo Joab a caminar al parque, le gusta mucho contemplar la naturaleza y los árboles, va recogiendo hojas o cualquier vara o palo que se encuentra; y como no camina a mi paso, se queda unos pasos atras, tengo que estarlo esperando constantemente. De pronto me descuido un momento, volteo y ya esta ensuciandose jugando con la tierra. Es en eso momento cuando le hablo fuerte y le digo: Hijo, camina delante de mi para poderte cuidar bien.

Nuestro Dios es tan amoroso que hasta en esas condiciones que nos pone para bendecirnos, está implicita su protección y cuidado, Nuestro Padre Celestial quiere que andemos por la vida delante de Él para podernos cuidar en éste mundo y podamos ser perfectos en su presencia.

jueves, 25 de diciembre de 2008

¿A DONDE HUIRE DE TU PRESENCIA?

Un día le estaba enseñando a mi hijo a jugar a "las escondidas"; ya era hora que mi hijo Joab de 2 años, se pudiera divertir con este juego que todos gozamos de niños. Empece a expliarle las reglas del juego --hijo, primeramente tu te pones frente a la pared, cierras los ojos y te pones a contar hasta el numero 10 (aunque sólo sabía contar hasta el cinco), luego yo me voy a esconder en algun ricón de la casa sin que tu me veas y cuando acabes de contar me buscas por toda la casa hasta encontrarme--. Inmediatamente entendio el juego y con la ayuda de su mamá Keyla, en pocos minutos logró encontrarme detrás de la puerta de mi recamara lo cual llenó de asombro y de gusto a mi hijo entuciasmandose más por el juego.

Llegó la hora de que mi hijo se escondiera y yo lo buscara. Comencé a contar del 1 al 10 lentamente, esperando que mi esposa le ayudara a esconderse. Despues de un minuto, mi esposa me hizo la seña que ya estaba escondido y comenzó la busqueda empezando por su recamara y al no encontrarlo allí, segui buscandolo en uno de los baños, posteriormente en la cocina y tampoco estaba allí. Después de un par de minutos de busqueda, pregunte en voz alta --¿Donde estará Joab?--. Al momento de dirigirme hacia el baño, escuche un vocecita que salía de nuestra recamara, entré inmediatamente a la recamara, encendi la luz y volvi a preguntar: ¿Donde estará Joab? --Aquí estoy papá--Sácame de aqui-- salió el grito de dentro del ropero y al abrirlo, pude ver por un instante sus ojos grandes asustados (pues era obvio que dentro se encontraba muy obscuro), llenandose de alivio y alegría al verme.

Por un momento me sentí un poco desilucionado porque pensé que mi hijo no había entendido lo divertido del juego, pero al instante comprendí lo que pudo sentir mi hijo al encontrarse en un lugar como el ropero, sintiendose sólo y rodeado de obscuridad; para él no era el momento de sentirse divertido porque se estaba escondiendo, para mi hijo era el momento de gritar a su Padre: --Aqui estoy papá "ven por mi"-- --No aguanto un instante más estar aquí "ven y sacame"--.

Esta experiencia con mi hijo me hizo recordar aquel Salmo 139 que entre otras cosas nos habla de la omniciencia y de la omnipresencia de Dios cuando dice:

¿A dónde me iré de tu espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?
Si subiera a los cielos, allí estás tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí tú estás.
Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar,
aun allí me guiará tu mano y me asirá tu diestra.
Si dijera: «Ciertamentelas tinieblas me encubrirán»,
aun la noche resplandecerá alrededor de mí.
Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día;
¡lo mismo te son las tinieblas que la luz!

Cuantas veces a pasado que queremos jugar con Dios a las escondidas y pretendemos ocultarle algún pecado o simplemente escondernos de Él. Nuestra forma de responder debe ser como la de un niño que al sentirse un una situación de soledad y rodeado de oscuridad, no queda otra que clamar a nuestro Padre Celestial y decirle --Aqui estoy Padre, ¡Sacame de aqui!--. Reconociendo que al fin de cuentas ¿A DONDE HUIREMOS DE SU PRESENCIA?